El “street art” le habla a las personas. Es un personaje en una ciudad. Le da vida al espacio público o provoca discusiones por su naturaleza subversiva y disidente. En Madison el “street art” está surgiendo lentamente. Es un movimiento que se está abre camino por medio de piezas estéticamente agradables, sin ningún contenido político, pero con causas sociales muy fuertes. Por ello es MAD STREET ART: una historia en cuatro partes que explica cómo el arte callejero de Madison responde a su política.
Esta es la historia del “street art” de Madison. Parte II de IV.
Madison está intentando un poco de ternura con el arte prohibido. El gobierno de la ciudad lo ha prohibido históricamente por su disidencia, al cuestionar el poder al pintar libremente las paredes, sin pedir permiso. Al mismo tiempo, el gobierno está apoyando “street art” adorable al financiar proyectos, en su mayoría murales, para controlar lo que se verá en las paredes.
Las paredes controladas son murales de “street art” tierno producto de distintos proyectos artísticos con una práctica social fuerte, según Karen Wolf, la administradora del Programa de Arte de Madison, del departamento de Planeamiento Comunitario y Desarrollo Económico.
“Estamos utilizando artistas con una práctica social para que vayan a las comunidades a hacer proyectos. Cuando un artista social trabaja, su tarea es encontrar una respuesta”, dijo Wolf. “Un ejemplo sería que un artista organice una cena para 100 personas y haga la siguiente pregunta: si pudieran cambiar una cosa de su comunidad, ¿qué sería? Así es como conseguimos información de las personas”.

De esa manera, el gobierno obtiene una idea de cuáles son las necesidades de la comunidad y aprueban los proyectos artísticos para financiarlos. Dentro de esos proyectos de prácticas sociales, la Comisión de Artes de Madison financió el Madison Mural Alley de The Bubbler, el Momentum Arts Urban Festival y varios murales comunitarios de DAMA.
El proyecto del Madison Mural Alley, de The Bubbler, es la creación de cinco murales como resultado de una alianza entre la Biblioteca Pública de Madison y la Comisión de Artes de Madison. Surgió del proceso de Planeamiento de Darbo-Worthington e incorporó la colaboración entre artistas y adolescentes locales.
Los temas variaron de mural a mural. Henrique Nardi, un artista, diseñador gráfico y profesor brasileño en la Universidad de Wisconsin-Madison, fue uno de los artistas callejeros que colaboró con adolescentes del Centro de Detención Juvenil del Condado de Dane. Él invitó a Flavia Zimbardi y Caetano Calomino, artistas y amigos brasileños, a colaborar con el mural.

Fue en el 2018 que Nardi llevó a cabo el mural de Better Together (Mejor Juntos), el cual fue su segundo mural en Madison con un elemento tipográfico fuerte. Previamente, en el 2016, había realizado otro mural en Williamson Street, como homenaje a Otis Redding con su canción Try a Little Tenderness (Intente un poco de ternura).
Sin embargo, el mural de Better Together fue un reto para Nardi mientras ejecutaba la colaboración con los adolescentes.
“Estos niños y niñas no estaban fácilmente disponibles, como otros adolescentes lo estaban en una comunidad. Estaban encerrados. Tuve muy poco tiempo para hablar con ellos,” dijo Nardi. “Cuando ves los resultados, no fueron tan inspiradores como lo pudieron haber sido. No había algo como: oh, vamos a hacerlo de nuevo. Ese era la única oportunidad. Solo tuvimos un chance y no tuvimos suficientes estudiantes interesados”.

Esas dificultades hicieron el proyecto más retador y el mural terminó siendo un trabajo independiente para los artistas, a diferencia de los otros murales del Madison Mural Alley. Sin embargo, Nardi siempre intenta un poco de ternura con el “street art”, como manera de devolverle a la sociedad lo que ha aprendido.
Esa ternura también está presente en el resto de los artistas que colaboraron con el Madison Mural Alley. Tal es el caso del artista guatemalteco Richie Morales, cuyo mural del Canto a Madison fue hecho con colaboración de adolescentes del Refugio de Hogar de la Corte Juvenil del Condado de Dane.
Para él, la tarea fue mucho más fácil porque llevó a cabo un taller de un mes con los adolescentes, donde discutieron cómo se sienten sobre Madison.

“Charlábamos sobre Madison. Qué es lo que les gusta sobre su ciudad. Cómo se sienten. Ellos me daban sus ideas. Lo que más les gusta del lugar. Unos hablaban de los conciertos en el verano. O el olor de las flores. Los pájaros. Sus entornos,” dijo Morales.
Además de eso, Morales hizo una conexión con los adolescentes que le permitió sentir y percibir su carencia de amor.
“Te das cuenta. Lo noté en el momento que tuve que decir: adiós. Ya terminamos el proyecto. Porque casi ni me querían decir adiós,” dijo Morales. “Unos hasta se fueron, pero entendí que no era porque no me querían decir adiós, sino que me puse a pensar: ¿cuántas veces en sus vidas les ha pasado lo mismo?”

Esto hizo que Morales conectara más fuertemente con los adolescentes para así dedicarle un mural a Madison por medio de una “canción pictórica”. Él intentó con un poco de ternura, al igual que Pete Hodapp, un artista de Minneapolis basado en Viroqua, que creó el mural de East Side of Madison (Lado Este de Madison) con los adolescentes del Colegio de Capital High.
En su caso, él creó un mural que muestra mujeres trabajando en una fábrica de coser. Su concepto de crear este tipo de arte con los adolescentes es para que ellos aprendan sobre la igualdad.
“Es importante para ellos y ellas que estén pensando sobre igualdad. Hablamos un poco de ello en distintas maneras”, dijo Hodapp. “Hablamos sobre las personas trabajando en estas fábricas de coser, pero también en ese mural están los túmulos funerarios de indígenas. Es una manera distinta de igualdad para ser tratado justamente.”

Continuando en la línea de intentar un poco de ternura por medio de diferentes artistas y murales, Amos Paul Kennedy, un impresor de Detroit, participó en el proyecto del Madison Mural Alley al colaborar con adolescentes de la comunidad de Darbo-Worthington.
Le exprimieron el jugo a los limones (Squeeze the Life Outta Lemons) de su mural, al crear un concepto que salió de los talleres de la palabra hablada y escrita de Kennedy con los adolescentes.
“Eso salió de uno de los poemas que un joven hombre había escrito en el taller. Se trata sobre esforzarse para sacar algo de ello”, dijo Kennedy.
Y por medio de ese esfuerzo, Kennedy notó que el mural tuvo un impacto.
“Por virtud de hacerlo, tuvo un impacto, pero la calidad del impacto creo que fue bastante positiva. No puedo decir si fue una experiencia que cambió vidas”, dijo Kennedy.

Por medio del impacto del proyecto del Madison Mural Alley se intentó un poco de ternura en el “street art” prohibido de Madison, que busca perseguir un instante humano.
Para perseguir ese instante humano en el MAD STREET ART de Madison lea la Parte III de IV.